REGRESAR A LAS CASAS DE LA INFANCIA. Sobre el Casario Herbóreo de Ensoñaciones de Sara Camila del Sol Valencia

Returning to the homes of childhood. About Sara Camila del Sol Valencia’s Casario Herbóreo de Ensoñaciones.

Por: Natalia Flórez Valencia

Estudiante de Artes Plásticas | Universidad de Caldas | natalia.11515638@ucaldas.edu.co

Figura 1. Valencia, S. (2019). Casa amarilla. [Escultura arcilla]. Manizales: Casario Herbóreo de Ensoñaciones: Recreando el lugar primario. Cuarto Festival Internacional de Arte Contemporáneo. Fotografía: Natalia Flórez Valencia.

Escribo este texto mientras me tomo una infusión de menta con cidrón y vino tinto; escucho las abejas posarse en las flores del tabaco que creció al lado de mi casa. Los colibrís pasan de flor en flor y pelean por las flores naranjas de los árboles que mi mamá sembró hace algunos años. Me pregunto ¿de dónde viene mi fascinación por las plantas? Nací en 1985, un año particularmente caótico en Colombia. Un país patriarcal, en “vía de desarrollo”, que a pesar de los desastres naturales y otros no tan naturales, creía muy poco en la contaminación ambiental. Las mujeres acudían a la medicina tradicional para curar o manejar el dolor de sus hijos. Corrí con la fortuna de crecer al lado de mi madre y mis dos hermanitos, mientras mi papá trabajaba por nosotros. Ella desde pequeños nos enseñó el poder de las plantas. Cuando teníamos “calor en el estómago”, es decir, que estábamos inapetentes, dice mi mamá: “les daba agua de linaza: la ponía a remojar, eso soltaba una babita y se los daba” y cuando teníamos “daño de estómago” nos daba agua de arroz “ponía a calentar el arroz con agua y esa agüita se las daba, eso sabia a mil demonios pero funcionaba”, esa era la mejor parte, sus remedios funcionaban.

El recuerdo que más atesoro de mi niñez es cuando me encontraba, en Salamina (Caldas), con mis primos en la casa de mi abuelita materna, una morada inmensa, en bahareque, con un patio y un solar donde crecían árboles y plantas aromáticas. Ella se ponía feliz porque nosotros podábamos el solar; lo que hacíamos era deshierbarlo y con la hierba que recolectábamos hacíamos champú que envasábamos en botellas de gaseosas y lo poníamos en el baño; otras veces hacíamos “sopas” en unas perolas gigantes (vasijas de metal), ella las mantenía debajo de las escalas del solar. Suspiro mientras recuerdo el olor a menta y hierbabuena que había en cada una de esas preparaciones.

Figura 2. Valencia, S. (2019). Hervido. Manizales: Casario Herbóreo de Ensoñaciones: Recreando el lugar primario. Cuarto Festival Internacional de Arte Contemporáneo. Fotografía: Natalia Flórez Valencia.

Todo esto tiene una memoria femenina, un gran linaje del lado izquierdo, del lado de mi abuelita, de mi mamá, de mis tías. Ellas aprendieron acerca de las plantas gracias a una transmisión de saberes de generación en generación. El conocimiento de las plantas viene desde nuestros antepasados, desde la época prehistórica; seguramente los primeros humanos aprendieron experimentando, mientras caminaban y comían todas las plantas que encontraban, descubrieron cuáles servían para alimentarse, para aliviar el dolor, para alcanzar distintos estados de conciencia y cuáles otras simplemente resultaban mortales. Así se ha documentado que en todas las culturas se han utilizado de manera alimenticia, curativa o mágica. No es casualidad que la palabra planta sea un nombre femenino, buena parte de esta historia la llevan las mujeres a cuesta: las yerbateras, las parteras, las curanderas y las mamás. A ellas acudían y acuden los vecinos para realizar limpias o bebidas que curen el cuerpo o el alma. Y lo mejor ¡todo está sembrado en sus huertas!.

La magia yerbatera se puede trasladar a cualquier lugar, hasta una sala de exposición. En el campo del arte la sensibilidad por las plantas es notoria, desde coloridas pinturas, esculturas, ilustraciones científicas hasta instalaciones que nos hacen sentir como en casa. Esto es lo que hace la obra de Sara Camila del Sol Valencia, Casario Herbóreo de Ensoñaciones: nos lleva a fantasear por medio de plantas, olores y colores, de una manera tan poética que retornamos a nuestra niñez, a los recuerdos primerizos de la existencia y nos dirige a un territorio al que ella denomina “el lugar primario” (Valencia, 2019).

Figura 3. Valencia, S. (2019). Casario Herbóreo de Ensoñaciones: Recreando el lugar primario. [Exposición individual]. Manizales: Cuarto Festival Internacional de Arte Contemporáneo. Fotografía: Natalia Flórez Valencia.

Entrar a una sala no tan pequeña, con luz cálida, toparme con una escoba de ruda, un olor a infusión de hierbas y flores; fue sencillamente mágico, como la artista que es una “ensoñadora en amarillo” y como son las plantas. [1] Esto fue simplemente retroceder a los días en los que con mis primos hacíamos bebedizos en la casa de mi abuelita, volver a la infancia. A medida que fui recorriendo el espacio más olores iban apareciendo, albahaca, pronto alivio y ruda de castilla son las plantas de la niñez de Sol, como lo son para mí la menta, hierbabuena y albahaca también. ¡Ah! Es ahí donde está la gran conexión, y por eso me dejé seducir por este olor, un aroma que Sol lo describe como “fuerte, picante y fresco” (Valencia, 2019). Además evoca “lugares pasados”, y ¡sí! a mí me regresa a las casas de mis tías y mi abuelita, al pueblo de Caldas donde nació mi mamá.

Tiene mucho sentido esta conexión asombrosa que tienen la memoria, los espacios y el olfato, la cual se ve totalmente reflejada en la obra y exploración de Sol, en esos estados oníricos que al verlos materializados o simplemente leerlos, nos llevan a estar allí. La artista menciona que muchos de estos lugares ensoñados surgieron a partir del sentido del olfato y nombra a Gaston Bachelard diciendo que los olores son “el primer testimonio de nuestra fusión con el mundo”. ¿A qué olerá el útero materno? ¿A menta, hierbabuena o albahaca?

Figura 4. Valencia, S. (2019). Casas azules. Manizales: Casario Herbóreo de Ensoñaciones: Recreando el lugar primario. Cuarto Festival Internacional de Arte Contemporáneo. Fotografía: Natalia Flórez Valencia.

Tenemos una memoria ancestral muy fuerte, está ahí en nuestro inconsciente cuando vivíamos en el útero materno, en un medio acuático, todos venimos de un vientre materno, ¡todos!, por eso siempre estamos buscando, como dice Michel Serres en su libro Habitar, lugares como el útero de nuestra mamá: “Una casa es un regazo, todo lo demás me es indiferente. Hacedme una mamá” (Serres, 2011). Estamos en un continuo tanteo de espacios que nos arropen, que nos protejan, nos abracen, de un refugio que esté a nuestra medida como lo era el útero materno. Sol, en sus ensoñaciones, fue explorando casas, colores y olores que la llevaron a encontrar la Casa Amarilla, ese lugar que era el anhelo al inicio de su investigación:

“Deseo un espacio en el que pueda estar en la conexión que considero como la más poderosa del universo: el haber estado en el vientre de mi madre, en ese estado de gestación proporcionador de todas las cosas vitales. Así me imagino ese espacio, una especie de útero gigante siendo casa de varios, como en un embarazo múltiple, donde extrañamente los cinco tengamos nuestras placentas y podamos reposar incansablemente” (Valencia, 2019, p. 11)

La casa es amarilla es como ella, como “el color del sol de domingo, que es el color de la felicidad”, su raíz, donde reunió a las personas más amadas, a las plantas, los hermanos, los gatos. Allí retornó a su niñez, a su nido y principalmente a los ¡brazos de su madre!, ese refugio que es irremplazable, esa sensación de protección que tal vez se pueda representar en objetos pero que no nos dan esa misma emoción. Sol, después de hacernos pasar por todas las casas que ensoñó, nos lleva a su mamá, donde reunió todas las partes de las casas/plantas que idealizó, las organizó de manera cautelosa para hacernos ver que nuestras raíces están en el útero materno.

Figura 5. Valencia, S. (2019). Cartografía materna [Ensoñación en carboncillo]. Manizales: Casario Herbóreo de Ensoñaciones: Recreando el lugar primario. Cuarto Festival Internacional de Arte Contemporáneo. Fotografía: Natalia Flórez Valencia.

Desde que salimos expulsados del vientre materno, somos traídos al vientre de otra madre, la tierra, y es por ello que esa conexión femenina con la tierra, las plantas, el sol, el agua, es casi imposible de romper. Esta obra es como una buena receta de combinaciones explosivas, donde se reúnen el arte, la magia, las mujeres y las plantas, llenando de olor el espacio que me transporta a momentos felices de la infancia.

Notas:

[1] Casario Herbóreo de Ensoñaciones es un proyecto de la artista Sara Camila del Sol, presentado en el marco del Cuarto Festival Internacional de Arte Contemporáneo, realizado del 16 al 20 de septiembre del 2019, en la sala de exposiciones del Centro Cultural Rogelio Salmona de la Universidad de Caldas. Su propuesta fue incluida en la línea curatorial Quietud y Serenidad, acompañada con el siguiente texto curatorial: «Las personas coleccionan todo tipo de cosas, monedas, libros y postales. Sara Camila del Sol acumula, en su interior, todo tipo de casas; las dibuja, las imagina de otros colores, las espía, analiza sus sentimientos, estudia su anatomía y las clasifica según su semejanza con plantas aromáticas. En esta exposición podemos encontrar casas azules, frías, huérfanas, moradas de nadie, casas que necesitan el olor agridulce de la ruda de castilla, para despojarse de sus fantasmas y volver a ser habitadas. Hay casas verdes, casas cálidas que invitan al reposo, en las que sentimos la necesidad de estar enrollados en una cobijita, casas que son como la albahaca, porque alivian la melancolía y nos despojan de la angustia. Hay casas rosadas, saludables, gestantes, casas que son como el pronto alivio y te salvan la vida. Finalmente, ensambla una casa imposible, amarilla, una metáfora del lugar primario, del vientre materno, una casa en la que podría residir “por siempre”. La artista nos invita a explorar esos momentos en que el mundo parece más liviano, en que la pesadez se desvanece, en definitiva, nos recuerda que la ensoñación no termina, porque vasta salir a caminar para que su casa amarilla tome otra forma, para que adquiera una fachada resquebrajada que había pasado por alto o un tejado en el que su gato, extraterrestre, podría tomar el sol de la tarde.»

Referencias

Serres, M. (2011). Habitar. Paris: Éditions Le Pommier.

Valencia, S. C. (2019). Recreando el Lugar Primario, Casario Herbóreo de Ensoñaciones. [Tesis de Grado]. Manizales: Universidad de Caldas.

Como citar:

Flórez, N. (2021). Regresar a las casas de la infancia. Sobre Casario Herbóreo de Ensoñaciones de Sara Camila del Sol Valencia. Portal Error 19-13. Revista de arte contemporáneo 1(4). Disponible en: https://portalerror1913.com/2021/09/20/regresar-a-las-casas-de-la-infancia/

Fecha de recibido: 5 de agosto de 2021 | Fecha de publicación: 21 de septiembre de 2021

Portal Error 19-13. Revista de arte contemporáneo.

ISSN: 2711-144X

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