PIEDRA CONTRA METAL. Tres acciones para resignificar «La Piedragógica»

STONE AGAINST METAL. Three actions to re-signify «La Piedragógica»

Por: Carolina Rojas Valencia

Magíster en Artes Plásticas y Visuales | Docente de la Licenciatura en Artes Visuales de la Universidad Pedagógica Nacional

crojasv@pedagogica.edu.co

Figura 1. Semillero Dermis. (2019). Proceso de limpieza de granadas de gas lacrimógeno por integrantes Semillero Dermis,11 de junio [Fotografía]. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional. Fotografía de Javier Martínez [Imagen cortesía del artista]

En este ensayo presento las tres primeras acciones que realizamos en el proyecto de investigación-creación La Piedragógica: Creación de un antimonumento para hacerle preguntas a una piedra [1]. El proyecto fue desarrollado por los docentes Andrés Camilo Bueno, Ana Edith Sáenz y Carolina Rojas Valencia (quien escribe). Con la participación de los estudiantes Javier Martínez, Jhon Martínez, Juan David Buitrago, Rocío Torres, Edicsson Linares y los egresados Yoana Ortiz y Hakeri Cotacio, integrantes del Semillero de investigación-creación colectiva en contexto DERMIS. Así como con el apoyo de las estudiantes Natalia Barrero e Ingrid Bohorquez, en calidad de monitoras de investigación. Todos vinculados a la Licenciatura en Artes Visuales (LAV), de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). El proyecto se realizó con el propósito de resignificar —desde lo sensible— el sentido de la expresión “la Piedragógica”, utilizada generalmente para referirse a la Universidad Pedagógica Nacional. Las dos primeras acciones, parten del proceso de experimentación a partir de materiales residuales de los enfrentamientos violentos entre grupos de encapuchados[2] y el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) de la Policía nacional [3]; la última acción consistió en la realización de un antimonumento, estrategia que nos permitió generar relatos propios y actuales sobre nuestro contexto.

Introducción

La piedra y el metal guardan una relación estrecha de origen, ambos materiales participaban de la “sacralidad celeste”, en tanto objetos que venían de lo alto del cielo, eran identificados como una divinidad. Mircea Eliade, en su libro Herreros y Alquimistas, nos dice que es probable que ciertas culturas, en determinados momentos, se imaginasen el cielo de piedra (1974, p 9). Los meteoritos —tanto de origen lítico como de origen metálico— constituyeron un material esencial, utilizado por algunos grupos humanos para la fabricación de objetos a los que daban el mismo tratamiento que a la piedra. En otras palabras, materiales como el hierro meteórico y la piedra, contienen una fusión identitaria de origen entre cielo y fuego, que llevó al metal a ser nombrado como “metal celeste”, “metal estrella”. La relación entre la “sacralidad celeste” de los metales y la “sacralidad telúrica” de los minerales es expuesta por Eliade cuando identifica el tránsito de la edad de piedra a la edad de los metales, momento en que la invención del horno y la fundición, así como la técnica y el tratamiento para el endurecimiento del metal, hizo que se desarrollara el uso del hierro terrestre hacia los 1200 – 1000 antes de Cristo.

El recuerdo fuertemente mitologizado de la época en la que se utilizaba únicamente el hierro meteórico, signo del más allá, causa en algunos grupos actuales asombro y es considerado como una imagen de trascendencia (Eliade, 1974: p.28), que también se traslada al metal extraído de la tierra y a las herramientas del herrero. De la misma manera, los utensilios obtenidos del metal se consideran cargados de potencia sagrada, pero también mortífera. La mitología de la edad de piedra encuentra continuidad en la mitología de los metales. Por ejemplo, la piedra y el hacha de mano se convierten en objetos potentes que golpean, hieren y producen rayos, poderes que pasan a ser atributos de los utensilios forjados en metal: el martillo, el hacha y el yunque. Remitiéndonos a la mitología existente en el origen común de las piedras y los metales, encontramos que, en el “tropel”, dos poderes míticos se enfrentan: la piedra del capucho y el metal del policía.

Primer momento: la instalación

6 de marzo de 2018, Cerca de la 1:00 p.m. «Con bazuca de PVC encapuchado en la Pedagógica enfrenta al Esmad»

«En un video que circula en redes sociales se observa el momento en el que un joven, que cubre su rostro con un trapo blanco, lanza papas bombas a la fuerza pública desde una terraza de la Universidad. (…) algunos usuarios en Twitter relacionan a los atacantes como miembros de Isis. Los estudiantes, según el noticiero, utilizan bombas incendiarias y las papas bombas para atacar a los uniformados, mientras los policías usan granadas de aturdimiento y gases lacrimógenos para dispersarlos.» Medio de comunicación digital Pulzo

Después de las 4:00 p.m. “Así transcurrió la fuerte manifestación en la Universidad Pedagógica»

«Los disturbios causaron por varias horas el cierre de la calle 72 y múltiples daños en los alrededores de la institución. Fachadas, ventanas y algunos paraderos de bus evidencian los destrozos que quedaron luego de esta manifestación. Poco después de las 2:30 p.m. ocurrió una fuerte explosión en el primer piso del edificio C, ubicado en el costado sur de la sede” Revista Semana

7 de marzo de 2018, 1:55 p.m. “Encuentran más explosivos dentro de la Universidad Pedagógica»

«La Universidad Pedagógica, a través de un comunicado, informó que a las 4:30 p.m., con las instalaciones de la Calle 72 totalmente evacuadas y por orden judicial, se autorizó el ingreso del CTI de la Fiscalía General de la Nación para que examinara el lugar de los hechos y las plazas adyacentes con la presencia de las directivas. Las diligencias judiciales terminaron después de la media noche. El CTI entregó como balance general de los hechos ocurridos durante la tarde, un registro de cinco personas lesionadas, cuatro al interior y otra por fuera del campus. Una de ellas se encuentra matriculada como estudiante de la Universidad Pedagógica Nacional. Como resultado de la explosión ocurrida en el edi­ficio C, dos salones correspondientes al programa de Licenciatura en Artes Visuales quedaron totalmente destruidos, otro salón y un depósito gravemente averiados. En el mezanine de los mismos se presentó afectación en dos salones más, puertas y vidrios, debido a la onda explosiva.(…)” Emisora Caracol

Pasadas las 3:00 p.m. «2 jóvenes sufrieron amputaciones de mano y dedos tras protesta en la Pedagógica»

«(…) Entre las víctimas hay uno que presenta amputación de varios de sus dedos, otro perdió la mano derecha, uno más tiene laceraciones en las manos y el cuarto lesiones de consideración en los ojos. Lo anterior lo informó en rueda de prensa el coronel Daniel Gualdrón, comandante operativo zona norte de Bogotá, que también explicó: -La explosión fue dentro de un aula. Desconocemos cuál fue el motivo, pero al parecer fue una mala manipulación de estos elementos explosivos. Los disturbios se mantuvieron por lo menos unas 4 horas y dejaron millonarias pérdidas en los locales y negocios que funcionan en la zona financiera del centro de la ciudad. (…) La universidad informó que las clases se reanudarán hasta el próximo lunes 12 de marzo, como consecuencia de los desmanes y las afectaciones que hubo en la institución (…).” Medio de comunicación digital Pulzo

Estos hechos nos interpelan de modo directo, principalmente por haber sucedido en los salones que son de uso del programa de la Licenciatura en Artes Visuales, al que pertenecemos. De ahí que nos diéramos a la engorrosa tarea de solicitar los permisos necesarios institucionalmente para acceder a la Universidad (cerrada por investigaciones de la Fiscalía) y recolectar el material residual de la detonación. Tras la explosión, el gobierno universitario se puso a la tarea de reparar de inmediato las instalaciones, con la finalidad de entregar los salones para su uso a la mayor brevedad posible. El espacio mutilado había sido limpiado y reconstruido casi en su totalidad para el 12 de marzo, día en que la Universidad volvió a abrir sus puertas para reiniciar las clases. Sin embargo, esta acción (de diligencia y eficacia administrativa) impidió a la comunidad universitaria la confrontación con los cambios físicos y atmosféricos del espacio, con los daños, con la imagen que es preciso comprobar como parte de la elaboración de lo sucedido.

Figura 2. Semillero Dermis. (2018) Fotografías de los escombros producidos tras explosión en el Programa de la Licenciatura en Artes Visuales, 8 de marzo [Fotografía]. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional. Fotografía de Ana Edith Sáenz Imagen cortesía de la artista]

De ahí nuestra decisión de realizar una intervención en la que se presentaron los restos recuperados de la explosión. Las piezas metálicas de las estructuras ocultas dentro de paredes de drywall, tornillos, pedazos de yeso y aglomerados, que silenciosos atestiguaron el estrépito, fueron suspendidos en el pasillo del primer piso de la Licenciatura en Artes Visuales, donde ocurrieron los hechos. De este modo, se logró evocar el momento del estallido, como la aparente captura de un momento detenido. Atravesar el espacio conllevaba la reflexión sobre el lugar y la vida, convirtiendo el transitar en la evidencia visible y tangible de una memoria que incomoda, que obliga a los cuerpos a estrellarse o esquivar los metales y escuchar los sonidos estridentes de los roces entre ellos, con los cuerpos y el viento.

Figura 3. Semillero Dermis. (2018). 6 de marzo [Instalación]. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional. Fotografía de Andrés Bueno. [Imagen cortesía del artista]

La materia rota, detonada, expresa su recuerdo ingrávido. En la memoria del material, en su testimonio, la imagen con la que hemos de confrontarnos para la elaboración de lo sucedido reaparece, pervive. En una imagen reconstruida, que nos extraña y nos seduce, la materia retorcida, suspendida y puesta a la vista, no calla más.

Figura 4. Semillero Dermis. (2018). 6 de marzo . Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional. Video de Javier Martínez

Segundo momento: la fundición

28 de febrero, 12 de marzo, 4 de abril, 9 de mayo, 28 de mayo, 12 y 13 de junio de 2019. En RCN Radio, El Tiempo, El Espectador, Caracol, Costa Noticia, Publímetro, Conexión Capital, Red+, Semana, Pulzo, entre otros medios de comunicación, circularon noticias con titulares como: Bus del SITP quedó destrozado por disturbios en la Universidad Pedagógica; Fuertes disturbios en la Universidad Pedagógica en Bogotá; Protestas en las universidades Nacional y Pedagógica no dejan heridos; Intensos disturbios en la Pedagógica y la Universidad Nacional en Bogotá están siendo atendidos por el Esmad; Bloqueos por protestas en universidades Nacional y Pedagógica en Bogotá; Protesta en la Universidad Nacional y Pedagógica en apoyo a la minga; Policías y encapuchados se enfrentan en la Universidad Pedagógica; Nada justifica la violencia, ni dentro ni fuera de la universidad; Caos y afectación a negocios por pedrea en la Universidad Pedagógica; Grave situación de orden público en la Universidad Pedagógica; Disturbios paralizaron la movilidad en inmediaciones de la Universidad Pedagógica. Se registran nuevos disturbios en cercanías a la Universidad Pedagógica; Se volvió costumbre: estudiantes de la U. Pedagógica se enfrentan al Esmad.

Los residuos de estos enfrentamientos nuevamente nos confrontan, esta vez: las granadas de las armas químicas cargadas de compuestos lacrimógenos que el ESMAD de la policía arroja en respuesta a las piedras lanzadas por los encapuchados, con la finalidad de dominar el cuerpo de los manifestantes, causando una incapacidad temporal por intoxicación química. Los cartuchos de estas granadas son fabricados con aluminio, un metal muy común que, en estado natural, se encuentra en la mayoría de las rocas.

Figura 5. Semillero Dermis. (2019).Proceso de limpieza de granadas de gas lacrimógeno por integrantes del Semillero Dermis,11 de junio. [Escultura]. Manizales: Universidad de Caldas. Fotografía de Javier Martínez [Imagen cortesía de la artista]

Acudimos al fuego como agente transformador de los cartuchos de las granadas recolectadas en los tropeles, para someter el aluminio a un proceso de fundición en el que —a través de una temperatura elevada— se modifica el estado de agregación de la materia, de sólido a líquido, permitiendo volver a figurar el material.

El fuego, como agente transformador y madurador se encuentra en el origen, tanto para la piedra como para el metal, en la generación y maduración de las piedras y los minerales en las entrañas —de fuego— de la tierra. Eliade nos habla sobre tipos de crecimiento en la mitología lítica: el primero en relación con los mitos de los hombres nacidos de las piedras y la maduración de las mismas; el segundo corresponde a los mitos de dioses nacidos de la Petra genetrix, asimilada como la Gran Diosa, a la Matrix Mundi. La diosa representa el útero, donde el calor y el tiempo generan el proceso de maduración del material lítico, así como la maduración de los materiales metalúrgicos.

El fuego logra acelerar de manera controlada la transformación de la materia a través del uso del horno, constituye el agente que opera el paso de una sustancia a otra; el alfarero primero y luego el herrero, obtienen la transformación y el endurecimiento de la materia. De este modo, lo que la naturaleza logra madurar lentamente, el fuego lo hace en tiempo breve.

Para el proceso de fundición es necesario elaborar un encofrado compuesto por un revestimiento fosfático, yeso, arena sílice y fibra de vidrio, dentro del cual se vierte el metal líquido para tomar su forma. Este cofre caldeado deviene matriz, vientre caliente, en el que se regenera el material, sus formas y sus significados. La transmutación del aluminio nos permite problematizar los actores, las armas, las dinámicas y el contexto en el que piedras contra gases lacrimógenos se enfrentan.

El proceso de fundición lo realizamos en el taller de escultura del programa de Artes Plásticas de la Universidad de Caldas. Lo que implicó viajar varios kilómetros para encontrar la complicidad del maestro Jorge Humberto Espinoza y el acompañamiento de la egresada Katerin Pineda y el estudiante Jhon Jairo Betancur. En tanto experiencia, es importante mencionar que la resignificación de la materia no inició con la fundición, previa a ella los residuos exigieron un proceso de exhaustiva limpieza que implicó estregar, pulir y brillar el metal por varios días. Mediante esta acción corporal, casi catártica, se comenzaba a borrar la pesada carga de fatalidad contenida en los objetos con los que se ejerce violencia.

Figura 6. Semillero Dermis. (2019). Proceso de limpieza de granadas de gas lacrimógeno,13 de junio. De izquierda a derecha: Javier Martínez, Yoana Ortiz, Carolina Rojas y Jhon Martínez.[Escultura] Manizales: Universidad de Caldas. Fotografía de Ericsson Linares [Imagen cortesía de la artista]

Nuestras piezas no pretenden ser dignas representantes del arte de la fundición artística, ni lograr ejemplarizar un virtuosismo plasmado en figuras o pátinas verdes y rojizas; su valor radica en la elaboración de las experiencias de nuestro contexto. Aparecen figuras irónicas, paradójicas, como un policía del ESMAD que llora abatido por los efectos de los gases lacrimógenos; un encapuchado que, en lugar de lanzar una piedra común, lanza una piedra preciosa; una granada de la cual crece una flor de muchos pétalos; un policía y un encapuchado que, apasionadamente, se besan; un encapuchado lánguido y fantasmagórico; y un encapuchado fanático del ESMAD.

Figura 7. Semillero Dermis. (2019). Proceso fundición, 15 de junio. De izquierda a derecha: Jhon Martínez y Juan David Buitrago. Piezas de Carolina Rojas y Ana Edith Sáenz. Fotografía de Javier Martínez [Imagen cortesía del artista]

El desarrollo del taller de recuperación a la cera perdida supuso una serie de sucesos que escapan a la creación misma y que, muchas veces, la superan. Nuestra presencia entrañó la llegada de tres costales llenos de gases lacrimógenos detonados, cargados de material químico que, a lo largo de una semana, amenazó con producir irritación ocular y respiratoria, ardor en boca y garganta, estornudos, secreción nasal, llanto involuntario, fatiga y náuseas, en los miembros de la escuela de Artes Plásticas. Para nosotros, más allá de la incomodidad y la molestia que se pudo generar, el hecho significó poner a nuestros pares académicos en nuestro lugar, vivir, de algún modo, la experiencia de un tropel nunca visto en el Palacio de Bellas Artes de Manizales. De este modo, nuestras piezas contienen también el sentido pedagógico que alberga la aproximación del otro, de sus modos de hacer, sentir, pensar y ser, que se encuentran en el trabajo colegiado.

Tercer momento: el antimonumento

Domingo Martínez, en su tesis doctoral titulada La obra de Arte como contramonumento: Representación de la memoria antiheróica como recurso en el Arte contemporáneo, permite diferenciar los términos de historia y memoria. Para el autor, la historia es objetiva, escrita por historiadores, impone sucesos que se deben recordar en un país, esta perspectiva de la historia se configuró en la modernidad y desconocía las memorias colectivas. Por otro lado, la memoria “privilegia lo emocional y lo privado, lo subjetivo y lo corporal” (2013, p. 68), convirtiéndose en una herramienta para cuestionar el pasado objetivo construido por la historia. Por tanto, la memoria es mutable, se encuentra en continua transformación y posibilita la reinterpretación, ya que no se desvincula del presente. Sin embargo, el autor establece que los límites entre historia y memoria en la actualidad son difusos, porque “la memoria aporta a la historia los sentimientos y experiencias humanas que esta no nos puede proporcionar” (p. 72) Desde esta perspectiva la historia parece estar atravesada por múltiples memorias, construyendo una nueva forma de pensar y articular la historia.

James E. Young (2002) define el contramonumento o antimonumento como una evolución lógica del arte contemporáneo que parte de la negación del monumento tradicional. El antimonumento se opone a la clara funcionalidad del monumento, relacionada con la representación y la conmemoración de personajes o hechos históricos con repercusiones en los órdenes religiosos, políticos e ideológicos, para su transmisión a las generaciones futuras en tanto valores trascendentales de las sociedades. Sin embargo, el antimonumento comparte dos rasgos constitutivos con el monumento: el primero, tiene un vínculo directo con el lugar donde es emplazado, pues es allí donde se hace su sentido, configurándose como una forma de ‘especificidad para un sitio’ o una forma contextual; el segundo, relacionado con su posibilidad de apelar a la memoria. En este último aspecto, la materialidad del antimonumento juega un rol fundamental, ya que la materia, con la cual está hecho, expresa todos sus sentidos y significados, es decir, la materia es la memoria.

El antimonumento acude a signos que, habitualmente, no son memorables, o monumentables. Además, en él se suelen vincular condiciones temporales que atienden al devenir, y no a la perdurabilidad. De modo que el momento específico es tan relevante como el lugar específico. En el antimonumento la acción de «monumentar» no privilegia un relato único, definido a priori. Al contrario, frecuentemente es una forma abierta al encuentro y a la participación, permitiendo la reunión de los relatos que conforman las diversas identidades que se borran cada vez que se erige un monumento tradicional.

Figura 8. Bueno, A. (2019). Bocetos para antimonumento [Bocetos]. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional.[Imagen cortesía del artista]

Para la elaboración del antimonumento partimos del epíteto que titula al proyecto (la Piedragógica) y de dos vestigios: por un lado, un pedestal vacío que se encuentra ubicado en la Plaza de la Solidaridad de las instalaciones de la Calle 72 de la UPN, por el que han pasado: un busto de Santa Teresa de Ávila, una placa conmemorativa de Camilo Torres, un busto de Ernesto “el Ché Guevara” y una escultura abstracta; y, por otro lado, un proyector y una colección de 300 películas de 16 mm que fueron utilizados en los años 70 como material didáctico en la Universidad Pedagógica Nacional. De los tres vestigios: Piedragógica, pedestal, películas; se creo una sola imagen que contiene todos estos elementos. Así, se elaboró una escultura de una piedra a escala ampliada, emplazada en el pedestal vacío, para servir de soporte a las imágenes, haciendo uso de tecnologías actuales como el video mapping. El epíteto se convierte en una imagen literal: una piedra. La piedra encuentra su emplazamiento en el pedestal vacío y se transforma en un antimonumento: sus significados se descomponen al ser atravesados por la luz de la imagen proyectada.

Figura 9. Bueno, A. (2019). Bocetos para antimonumento [Bocetos]. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional. [Imagen cortesía del artista]

En el cruce de las tres coordenadas se encuentra un antimonumento: pedestal-piedra-proyección, velados por efecto de la superposición, dejan ver y oír diferentes relatos. La acción de pasar la piedra por la luz se convierte en un proceso de recomposición de imágenes y materialidades en el que otros sentidos aparecen y reelaboran la imagen de “la Piedragógica”.

Figura 10. Semillero Dermis. (2019).Ciclo de video mapping Antimonumento, 15 de noviembre. [Videoinstalación]. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional. Fotografía: Jhon Martínez. [Imagen cortesía del artista]

Aunque el proyecto define la obra piedra-pedestal-proyección como el antimonumento propiamente dicho, comprendemos las operaciones estéticas hasta ahora desarrolladas (me refiero a la instalación y a la fundición) como formas todas de un sistema antimonumental. Somos miembros de la universidad sin mucho estatus, docentes, estudiantes, egresados. No somos miembros de los grupos que protagonizan los enfrentamientos violentos con la policía, ni simpatizamos con ellos. Tampoco somos parte de las autoridades académicas o estatales. No tenemos filiación alguna con las posturas oficiales respecto a las problemáticas de la universidad, o con estructuras macropolíticas hegemónicas. No tenemos visibilidad institucional o mediática. No nos interesa cargar con el peso de la historia oficial y las instituciones políticas e ideológicas. En cambio, somos parte de esos miembros rasos de la comunidad universitaria a quienes solo los mueve la necesidad de cuestionar su contexto más cercano, respondiendo a un ejercicio libre de ciudadanía. La Universidad Pedagógica es para nosotros nuestro primer lugar común y lo común nos permite establecer vínculos entre nosotros (nuestras inquietudes artísticas y pedagógicas) y los otros (el entorno). El interés por la Universidad ha estado presente desde siempre en nuestras apuestas investigativas con orientación al contexto. La Universidad se nos manifiesta como nuestro lugar de indagación por excelencia, de ahí que nos resulten tan inquietantes los hechos que escapan a la historia institucional, su comunidad, sus espacios físicos, su memoria visual y material.

Figura 11. Ciclo de video mapping Antimomumento (Semillero Dermis, 15 de noviembre de 2019). Video Movimientos del profe: Jhon Martínez. [Imagen cortesía del artista]

Cierre

El sistema antimonumental que hemos creado le permite a personas como nosotros tener la posibilidad de apropiar y resignificar unos signos específicos para crear sentidos actuales, intermitentes, fugaces, oír diversas voces, reflexionar y construir nuestro propio relato, producir nuestros propios aprendizajes y experiencias y generar procesos alternos de construcción de memoria a través del arte.

Un sistema antimonumental de estas características, como monumentación de lo inmonumentable, como acción y acontecimiento, como monumento móvil de sentidos y significados abiertos, como artefacto circunstancial y efímero que cuestiona lo que debe ser recordado, no de forma permanente sino esporádica, donde el pasado no es recordado a simple vista sino puesto en discusión, se aleja de pretensiones «decorativistas» y apela a la reflexión crítica del monumento mismo. Se trata de reconstruir, reelaborar, recontextualizar, en diferentes niveles, una referencia con nuestro contexto, que nos permita comprender nuestros vínculos presentes con los espacios y con las personas, que son, a la vez, los vínculos con la memoria en el topos y en el cronos, en tanto condición contextual que remite no solo a determinaciones físicas y temporales, sino a circunstancias territoriales, políticas, sociales y culturales.

Las operaciones estéticas que acabo de mostrar constituyen una serie de acciones periféricas realizadas en el marco del proyecto de investigación-creación que mencioné al iniciar este ensayo. En la búsqueda de las trazas del lugar nos encontramos con vestigios desde el lenguaje: El epíteto “la Piedragógica”, resulta de la combinación de dos palabras: piedra —aludiendo a la pedrea o a la acción de tirar piedra— y pedagógica —remitiendo al nombre de la Universidad—. Esta fusión, en la que se expresa un vínculo entre la piedra y la Universidad como denominación, tiene implicaciones complejas en términos identitarios. El epíteto, que tiene su origen en la información que circula en los medios de comunicación y el “voz a voz”, ha tenido tanta asimilación en el imaginario colectivo que se ha convertido en insignia o estandarte, mitología del habla consolidada en el sentido común y que encubre una realidad por indagar.

La noción de mito en ocasiones da cuenta de las falsas evidencias, Roland Barthes, en su libro Mitologías, nos indica que el mito no podría ser un objeto, sino una idea, una significación (Barthes, 1999: p. 108). Cada objeto puede pasar de la existencia cerrada y muda a un estado oral, abierto a la apropiación de la sociedad. Así, en este caso, la piedra —que no es más que una piedra— pasa a constituirse en una piedra narrada, que, investida desde las diferentes imágenes, puede convertirse en un uso social que se agrega a la pura materia. Por lo anterior, la piedra se nombra como “la Piedragógica”, la piedra se convierte en las múltiples narraciones y en la resignificación del mito construido.


Notas

[1] El proyecto contó con el aval y financiamiento de la Subdirección de Gestión de Proyectos – Centro de Investigaciones de la Universidad Pedagógica Nacional (SGP-CIUP). La primera versión de este texto se presentó en el marco del Foro Académico del Cuarto Festival Internacional de Arte Contemporáneo de Manizales-Colombia, el 16 de septiembre de 2019.

[2] Encapuchados o capuchos son las denominaciones más conocidas en el ámbito universitario colombiano, con las que se designan a las facciones más radicales de extrema izquierda, muchas veces de corte comunista o anarquista, de movimientos de manifestantes que expresan de manera agresiva su inconformidad frente al neoliberalismo, el imperialismo, el capitalismo, la corrupción, las políticas que atentan contra la educación y la salud públicas, los abusos de la fuerza pública, la parcialidad informativa de los medios masivos de comunicación y la indiferencia de los ciudadanos colombianos. Varios de estos movimientos pertenecen o tienen vínculos con organizaciones guerrilleras armadas al margen de la ley. Muchos estudiantes, esperanzados en la mejora de las universidades públicas y de la sociedad en general, militan en este tipo de agrupaciones. Los capuchos se cubren el rostro y el cuerpo con prendas, guantes y bolsas de plástico para ocultar su identidad de pies a cabeza y evitar represivas criminales, judiciales y extralegales.

[3] El Escuadrón Móvil Antidisturbios, es la dependencia del Comando de Unidades Operativas Especiales de la Policía Nacional de Colombia, cuya misión es el supuesto control de disturbios, multitudes, bloqueos, acompañamiento a desalojos de espacios públicos y privados, con el fin hipotético de prevenir la eventual materialización de hechos terroristas y delincuenciales y restablecer el orden y la seguridad de los ciudadanos. El Esmad tiene presencia en diecinueve ciudades del país, con un total de veintitrés escuadrones, tres de ellos en Bogotá.

Referencias

Ardenne, P. (2006). Un arte contextual: Creación artística en medio urbano, en situación, de intervención, de participación. Murcia: Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo.

Barthes, R. (1999). Mitologías. México: Editores Siglo XXI.

Crow, T. (1996). Site specific art: The strong and the weak. En: Modern art in the common culture. New Haven: Yale University Press.

Eliade, M. (1974). Herreros y Alquimistas, Madrid: Taurus Ediciones.

Kwon, M. (2002). One place after another. Site specific art and locational identity, Massachusetts: The MIT Press.

Maderuelo, J. (1994). La pérdida del pedestal. Madrid: Gráfica Rojas S.A Fuenlabrada.

Martínez, D. (2013). La obra de Arte como contramonumento: Representación de la memoria antiheróica como recurso en el Arte contemporáneo. España: Universidad Politécnica.

Young, J. E. “Memory and counter-memory The End of the Monument in Germany”, Harvard Design Magazine, no 9. Otoño 1999, pp. 1 – 10. – “The Counter-Monument: Memory against Itself in Germany Today”, Critical Inquiry, no 18, The University of Chicago, invierno 1992, pp. 267-296.

Como citar:
Rojas, C. (2020). Piedra contra metal. Tres acciones para resignificar «la Piedragógica». Portal Error 19-13. Revista de arte contemporáneo. 2 (1). Recuperado de: https://portalerror1913.com/2020/04/23/piedra-contra-metal/

Fecha de recibido: 13 de marzo de 2020 | Fecha de publicación: 23 de Abril de 2020

Portal Error 19-13. Revista de arte contemporáneo.

ISSN: 2711-144X

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