EL COLORADO: LA SENDA DE UN “LIBERTADOR”

El colorado: the path of a «liberator»

Por: Maria Fernanda Mora Santacruz

Estudiante Artes Plásticas | Universidad de Caldas | maria.mora29339@ucaldas.edu.co

Figura 1. Insuasty, Riberth. (2018). El Colorado [Carroza]. Pasto: Carnaval de negros y blancos. Corpocarnaval.

Durante mi infancia escuché a mi madre mencionar en una ocasión que algunas personas deseaban «la cabeza de mi padre». Ahora comprendo que se refería a al deseo de que él fuera destituido de su cargo en el trabajo. Sin embargo, en aquel momento, con mi percepción infantil, tomé la expresión de manera literal. No pude evitar imaginarme aquella escena en la que la cabeza de mi padre yacía dispuesta en una bandeja de plata, como un trofeo siniestro. Ciertamente era aún muy joven para comprender en su totalidad lo que abarca una pérdida y aún más para reconocer que algunas personas nacemos afortunadas. Tenemos la posibilidad de experimentar la paz, a pesar de los descontentos y las frustraciones que se derivan de la vida, la suerte siempre parece acompañarnos.

Ahora estoy decidida a impedir que la apatía me gane y mi mente se aproxima a aquellas personas a quienes a diferencia de mí, momentos fatídicos los condujeron a la pérdida de seres queridos ¿Cómo se puede ser libre cuando tu vida se baraja entre los intereses ajenos? Como si fuera una apuesta 50/50, entre la plenitud o la tragedia. Afortunados aquellos a quienes la vida les otorga la bondad de una muerte tranquila, su paz se extiende también a sus familias.

Con una falsa perplejidad, me doy cuenta de que lo primero que el mundo asocia con Colombia es la «violencia»: el narcotráfico, las guerrillas, el desplazamiento forzado y otras tragedias similares. Disney al priducir la película «Encanto», basada en la cultura colombiana, no pudo dejar de lado ese rasgo «cultural» de nuestra patria. En dicha película la comunidad de la familia protagonista es desplazada y el patriarca es asesinado, creando un dolor que trasciende generaciones. Para muchas personas, esta muerte fue lo más acertado de esta representación cinematográfica de nuestro país: el dolor que miles de familias colombianas son obligadas a enfrentar. Ni siquiera en ese rincón de fantasía y romanticismo que representa Disney, logramos liberarnos de nuestra historia.

Todos nosotros como colombianos compartimos el mismo origen de polvo y sangre. Aquellos que no están de acuerdo es simplemente porque desconocen su historia, y por eso ruego que no se cumpla aquel dicho que dice: «quien no conoce su historia está condenado a repetirla». Aunque eso es algo que nos define como patriotas. Crecemos, pero seguimos siendo como niños mimados, carecemos de la madurez para aceptar nuestros defectos y somos caprichosos: mostramos los dientes cuando algo nos incomoda. Nuestra historia es incómoda y quienes tenemos la oportunidad de buscar la paz optamos por escondernos detrás de esta farsa.

Figura 2. de Weldon, Felix. (1959). Ecuestre de Simón Bolívar. [Estatua]. Washington: Parque memorial del Libertador Simón Bolívar.

Figura 3. Farnham, Sally James. (1919). Monumento a Simón Bolívar. [Estatua]. New York: Central Park.

El problema con la historia es que se cuenta a conveniencia, de manera que si uno no la vivió directamente, debe mantener el beneficio de la duda y adaptarse a la versión que parezca más acertada y respaldada por pruebas. Al igual que al resto de colombianos, a mí me presentaron a Simón Bolívar como el héroe de la patria. «Héroe», una palabra que tiene un significado tan profundo para nosotros que, incluso al despojarnos de la vulnerabilidad de la infancia, buscamos con tintes desesperados una figura a la cual aferrarnos. Una figura que encarne todas las virtudes anheladas.

Existieron y existen esos ídolos que, ante nuestros ojos, nos acogen y se confunden con el sentimiento que perseguimos. Bolívar era para mí la figura que encarnaba la libertad, el hombre que nos otorgó la independencia para vivir por nuestra propia cuenta y quien trazó el camino que Colombia debería tomar en el futuro. Quizás en esto último, lamentablemente, tenía razón. Las farsas no son inmunes al tiempo y los mitos que se aferran unicamente a la inocencia terminan desmoronándose.

Siempre tuve un conflicto con las carrozas, de niña padecía fobia a los esqueletos humanos y las carrozas se reían de eso. Cada 6 de enero era el día en el que me veía obligada a enfrentar mis pesadillas, pero nunca me hubiera imaginado que en uno de esos días me encontraría con el rostro de quien alguna vez fue la pesadilla de mi tierra: el semblante de Bolívar.

Figuras 4 y 5. Insuasty, Riberth. (2018). El Colorado [Carroza]. Pasto: Carnaval de negros y blancos. Corpocarnaval.

En 2018 desfiló la carroza ganadora titulada «El colorado» por las calles que se disponían cada año para el desfile magno, una obra del autor Riberth Insuasty. En ella se retrataba la tragedia conocida como «la navidad negra» de 1822. Un 24 de diciembre tuvo lugar la masacre ordenada por Bolívar contra mi pueblo. Esta carroza marcó un antes y un después, fue la primera vez que se abordaba un tema tan impactante en este medio. Las carrozas solían referirse a leyendas y mitos culturales. Todos los que la observamos nos sentimos admirados, ya que de ella emanaban las palabras: «nosotros no olvidamos».

En los desfiles posteriores, se ha representado constantemente aquella «navidad». Parece que esta representación está en camino de convertirse en una tradición, el suceso que alguna vez atormentó a mi ciudad se ha incorporado a la celebración con la que se nos reconoce. Como si existiera un deseo de incluirlo también para aquellos que, siendo ajenos a nuestra tierra, se sienten atraídos por nuestra forma de festejar.

Mentiría si afirmara que ese fue el momento en que descubrí la verdad que parece estar reservada únicamente para las personas del sur, la verdad sobre el «Héroe Libertador». Ese instante ocurrió cuando me encontraba en el parque situado más arriba de la calle «El colorado». Estaba acompañada por mi hermana, saboreando un helado de paila, cuando de repente me preguntó si sabía por qué la calle se llamaba así. Sin saberlo, le pregunté cuál era la razón, y ella me respondió: «Se llama así porque se dice que por esa calle corrió la sangre de aquellos a quienes Bolívar ordenó matar, tiñéndola de sangre».

Figura 6.Calle El colorado. [Fotografía]. Pasto. Autor y Fecha de Creación Desconocidos.

Figuras 7 y 8. María Fernanda (2022). Calle del colorado. Pasto.

Fue como tener una epifanía. Ídolos caídos, verdades distorsionadas. Bajo mis pies solo podía imaginar aquella calle teñida de sangre y me pregunté: ¿Alguna vez nos hemos detenido a pensar en la sangre derramada por el suelo que frecuentamos? Esta idea solía rondar mi mente, fue tanta su insistencia que ahora me parece un hecho evidente. Es “obvio” que en el suelo que habitamos se ha derramado la sangre de alguien. El pensamiento que ahora domina mi mente se centra en lo trágico de que, al igual que muchos otros, haya aceptado este hecho como algo normal.

Figura 9. Psicoamesia. “Pastuso asesinado por: Simón Bolívar”. Pasto.

Hay un extracto bíblico que desde que lo leí en mi infancia, he cargado con él y en esta ocasión recae en mi nuevamente:

“Entonces el señor le preguntó a Caín: “¿Dónde está tu hermano?”, y Caín contesto: “no lo sé, ¿Acaso es mi obligación cuidar de él?” El señor le dijo: “¿Por qué has hecho eso? La sangre de tu hermano que has derramado en la tierra me pide a gritos que yo haga justicia. Por eso, serás maldito, y expulsado de la tierra que se ha bebido la sangre de tu hermano, a quien tú mataste, aunque trabajes la tierra, no volverá a darte sus frutos, andarás vagando por el mundo, sin poder descansar jamás”. (Génesis 4: 9-12)

En este pasaje vemos cómo se nos habla del primer homicidio, el nacimiento de la violencia en el ser humano. El primogénito de Adán y Eva mató a su hermano. Siempre me ha intrigado cómo el primer crimen cometido por la humanidad después de ser expulsada del paraíso fue un asesinato. ¿Qué nos dice esto acerca de nuestra especie? Para muchos, esto es simplemente un mito, nada más, pero tampoco debemos pasar por alto que la religión más popular del mundo es aquella que sostiene que la humanidad mató al hijo de Dios.

Si retomo este fragmento es debido a la relación que encuentro entre lo que se declara aquí y las acciones de Bolívar: «serás maldito y expulsado de la tierra que ha absorbido la sangre de tu hermano». Bolívar, a nuestros ojos, quedó maldito y nunca en nuestra historia como pastusos le hemos brindado honores por sus «obras». A pesar de que insistan en su buena imagen y nos acusen de ignorantes, esta imagen jamás podrá arraigarse en nuestra tierra, el recuerdo de la sangre derramada en nuestro suelo nunca nos abandonará.

Hoy en día, El Colorado es una calle alegre. Cada 28 de diciembre (4 días después del aniversario de la tragedia) se celebra El arcoíris en el asfalto, un evento donde tanto niños como adultos son libres de pintar lo que deseen en algunas calles de la ciudad, y El Colorado es una de ellas. En algún momento, esta calle fue impregnada con el color rojo, pero ahora adopta el tono que las personas quieran pintar. La cultura de Pasto se goza a través de actividades artísticas y celebraciones amenas.

Figuras 11,12 y 13: Intervenciones artísticas. (2021). “Arcoíris sobre el asfalto”. San Juan de Pasto: Calle “El colorado”.

Sin embargo, es ese «me pide a gritos que haga justicia» lo que domina mi mente cuando pienso en esa calle que comparte el nombre de la carroza homenajeada. Es la razón detrás de mis reflexiones sobre cómo en este país, la tierra que ha sido elogiada por su abundancia, también fue testigo de esos gritos. Para muchas personas, no existe un Dios que los escuche, lo que empeora la situación aún más, porque esa justicia que anhelan no puede ser otorgada por los hombres. Si ni siquiera están dispuestos a escuchar las súplicas de los que aún siguen vivos, mucho menos pensarán en los muertos. Como colombianos, nos hemos adiestrado para tolerar la violencia. Esto es algo de lo que no podemos escapar, ya que nos pertenece. A pesar de renegar, el pasado impondrá su carga sobre nosotros, pues nacimos en la tierra en cuya bandera conmemoramos la sangre derramada sobre ella.

Cómo citar:

Mora, M-F. (2022). El colorado: la senda de un «libertador». Portal Error 19-13. Revista de arte contemporáneo 4 (6). Disponible en: https://portal-error-1913.com/2023/08/22/el-colorado/

Fecha de recibido: 2 de agosto de 2022 | Fecha de publicación: 21 de agosto de 2023

Portal Error 19-13. Revista de arte contemporáneo.

ISSN: 2711-144