Seeding my cosmic center
Por: Nisdanis Contreras Reyes
Estudiante Maestría en Artes | Universidad de Caldas | nisdanis.11615325@ucaldas.edu.co

Figura 1. Nisdanis Contreras. Sin título. [Agua fuerte]. Cortesía de la artista. [1]
¿Má, dónde está mi ombligo?
¿Lo enterraron?
No nací sola, compartí el útero de mi madre con otro Ser, que venía también a experimentar y conocer este mundo, pero su tiempo fue corto, demasiado, al mes después del nacimiento soltó mi mano y se fue al más allá. Era aparentemente el más sano, con muchas más posibilidades de desarrollarse. Sentí partir con él, dejé de alimentarme, me enfermaba constantemente y mi hermano desde donde se encontraba, me llamaba. Cuenta mi madre que varias noches se manifestó tirando mis cosas (ropa, zapatos,) de la repisa. Por lo cual decidieron, traer un pastor para que mediante la oración ayudara a guiarlo hacia el paraíso y me soltara para poder vivir. Me vestían de rojo, colocaban amuletos en mis manos y pies, me bañaban con ramas medicinales, con agua bendita, con tal de mantenerme en este mundo. Mi madre oraba ante su Dios por mí, día y noche suplicaba un milagro. Cuenta que un día entre la vigilia y el sueño Dios le habló y la consoló por su angustia y le dijo que todo estaría bien, que no se preocupara que su bebé crecería y además que tendría otro. Milagrosamente empecé a recuperarme y crecer.

Figura 2. Nisdanis Contreras. Orquídea. [Fotografía]. Cortesía de la artista
Tuve el privilegio de nacer en el campo rodeada de vegetación, de naturaleza, en mis primeros años ellos fueron mis maestros y amigos, entre el juego y la contemplación. En la infancia nos sentimos uno con la naturaleza, la tierra, el agua, las plantas, los animales, creamos un gran vínculo primitivo que constituye nuestro mundo. Por múltiples situaciones familiares me apartaron de mi hogar, hogar que era mi todo y que desde entonces busco con ansias, suelo decir en ocasiones que no pertenezco a ningún lugar aun así en mis sueños y procesos inconscientes reclamo un hogar o lugar propio, siento una sensación de separación y vacío interno. Que me lleva a indagar y cuestionar la existencia. Hace algún tiempo dialogué con el libro de Erich Fromn El arte de amar y encontré las siguientes palabras: «El hombre –de todas las edades y culturas– enfrenta la solución a un problema que es siempre el mismo: el problema de cómo superar la separatividad, cómo lograr la unión, cómo trascender la propia vida individual y encontrar compensación» (Fromm, 1956, p. 14).
El problema es el mismo para todos, nos dice Fromm, puesto que surge del mismo lugar: las situaciones y condiciones de la existencia humana. La respuesta a los acontecimientos varía, estas dependen del grado de individualización alcanzado por cada uno de nosotros. En nuestros tiempos podríamos nombrar algunas de esas soluciones para superar la separatividad que nos envuelve. Tales como el consumismo, el materialismo, el trabajo obsesivo, el amor a Dios o al hombre etc. ¿Pueden estas soluciones llenan o dan respuesta al estado de separación que sentimos? La respuesta a esta pregunta es diversa.
En mi caso, busco respuestas desde el arte y sus múltiples formas de expresión. Es desde este campo que siento indagar, cuestionar y enunciar mi existencia. Sembrando mí centro cósmico es un proyecto que nace de la necesidad de habitar un lugar, de crear lazos simbólicos con un territorio, partiendo de la narrativa “el ombligo enterrado”. Víctor Negrete B. escribió para el periódico el tiempo hace ya algunos años una nota que se llama Voy a desenterrar mi ombligo donde nos cuenta una de las tantas narraciones que tiene Colombia acerca del ombligo enterrado.
Del ombligo cuentan, por ejemplo, que una vez desprendida la última porción del cordón umbilical los padres la guardan y entregaban al hijo o a la hija con capacidad de decisión acompañada de las siguientes instrucciones: si quieres ser navegante arrójala al mar o en el río; si anhelas la libertad de los pájaros, lánzala al viento con los ojos cerrados; si buscas la sensibilidad del arte, ofrécela al arcoiris después de la lluvia; si te entusiasma la creación de las cosas, llévala a un campo fértil; si deseas obtener el coraje y humildad de los sabios y justos, consérvala en tu mano sin hablar una noche de invierno; si aspiras a ser amada siempre, déjala caer en un jardín florecido; si ansías ser viajero incansable y regresar a morir donde naciste, entiérrala superficialmente o profundamente en caso de pretender permanecer en el pueblo la mayor parte de tu vida. (Negrete, 1995)
En mi caso, muy particular mis padres decidieron conservarlo, mi abuela les indicó que el ombligo de la hija debía de permanecer con el padre y el del hijo debía estar con la madre, esta pequeña porción del cordón les traería muy buena suerte. No fue enterrado por miedo, temían que si lo enterraban jamás saldríamos del pueblo a conocer el mundo.

Figura 3. Nisdanis Contreras. Ombligo. [Fotografía]. Cortesía de la artista
Mi ombligo no duró mucho en las manos de mi padre, me cuentan que, en una de sus parrandas, perdió su billetera con mi ombligo dentro. Me sentí triste por un momento imaginaba que este estaba sembrado en el fogón o debajo de la ceiba, del palo de mango, de guayaba, de naranja, o en el palo de coco. Sin embargo, esa no es la historia, mi ombligo está perdido y es intrigante, mágico y misterioso, permitiéndome crear diferentes narrativas en este proceso de búsqueda.
Crecí entre historias, relatos mágicos, fantásticos, mitos, cosmovisiones, supersticiones etc. Recuerdo de niña estar con los ojos brotados, la boca abierta y muy atenta cuando escuchaba a un adulto hablar sobre brujas, duendes, perros negros con aliento de fuego, mal de ojo, maleficios etc. Hablaban también de las contras o remedios de plantas para estos males. Por lo cual me apasionan estos temas.
Ana Mendieta fue el primer referente que me recomendaron cuando expresé que mis procesos artísticos estaban encaminados hacia las relaciones que entablamos con la naturaleza. El término que ella utilizaba para referirse a estas acciones es “cuerpo de tierra” donde incorporaba la silueta y la huella de su cuerpo al paisaje natural.
Mendieta era cubana, a los 12 años fue exiliada en Estados Unidos, donde se sentía fuera de lugar, esto le generaba conflictos o dudas acerca de su identidad, lo que la llevó a ser más consciente de su descendencia, de que era una mujer con antepasados de raza negra. Todos estos conflictos internos se ven reflejados en sus procesos artísticos y la llevan también reflexionar alrededor del concepto de territorialidad. Tuvo una gran admiración por el trabajo de la antropóloga Lydia Cabrera y su indagación en la cultura afrocubana, de ella toma una profunda espiritualidad y la voluntad de Crear obras híbridas que entretejen cuerpo, ritual y naturaleza.
Mendieta en una ocasión expreso: «La creación de mi silueta en la naturaleza guarda la transición entre mi tierra natal y mi nuevo hogar (…) Es una forma de reclamar mis raíces y volverme una con la naturaleza. Aunque la cultura en la que vivo es parte de mí, mis raíces y mi identidad cultural son resultado de mi herencia cubana» (Cit Fusco, 2000, p. 131). Mendieta trabajo al aire libre, en lugares apartados de la ciudad, experimentando con materiales orgánicos, barro, hojas, musgo, flores, fuego, agua, sangre etc. El cuerpo era su lugar de enunciación y exposición. Con estos materiales creaba metamorfosis, transformaciones, una especie de camuflaje que la vinculaba íntimamente con el espacio y la naturaleza.
Guiterre Tibon en sus libros La tríade prenatal (cordón, placenta, amnios) y el ombligo como centro cósmico nos narra historias, cuentos, creencias, tabúes acerca del ombligo y como este se vincula a un sinnúmero de conceptos mágicos y místicos, esa pequeña porción del cordón umbilical que nos vincula íntimamente con lo celestial y terrenal. Se pregunta ¿Cómo nació, en el curso de los milenios, entre todos los hombres, el concepto de que el muñón umbilical es el doble del ser humano, su otro yo, el receptáculo de la mitad de su alma, y que el destino de la criatura está estrechamente ligado con el de su ombligo? Partiendo de estas narrativas me pregunto ¿Dónde está mi ombligo? Desde pedacitos de memorias, objetos y sensaciones construyo mi raíz, desde la presencia, para volver a sentirme perteneciente. Se dice que cada persona vive en su mundo, este está determinado por la cultura, los acontecimientos significativos, los gustos, deseos, pasiones etc. Mi mundo es amorfo, lo he ido construyendo con experiencias lúcidas o en estados alterados de conciencia. Disfruto el mundo que me rodea, interactúo con él desde impresiones sensoriales y sensaciones internas. Estamos viviendo en una época de velocidad y ruido que nos encamina a un desarraigo individual y colectivo. Las experiencias profundas y significativas son cada vez menos. Por tal situación me he inclinado por procesos artísticos que entretejen narraciones para crear comunidad entre seres humanos y no humanos.
Notas
[1] Sobre el aguafuerte de Nisdanis contreras, Hugo A. Ladino Lasso escribió: “La imagen me sugiere un retorno, un retorno a la tierra, a las raíces que se comparten con la naturaleza y lo sagrado (a la pacha mama dirían algunos). El cuerpo femenino en contacto con lo ancestral, un encuentro que se gesta en compañía de la sabiduría del ayer en representación del chamán, conocimientos que siguen vigentes y con total legitimidad. Una mujer que se despliega con tranquilad y confianza sobre el suelo como si fuera un viejo conocido al que no hay que temerle, porque en él puede encontrar diferentes tipos de experiencias sensoriales, afectivas y de reunión consigo misma. Me suscita una tranquilidad manifestada de manera visual en la mujer que está acostada, una tranquilidad que se asume, no puede ser suspendida ni por el entorno en el que se encuentra ni por mandato de otro”.
Referencias
Coco Fusco. (ed.). (2000). Corpus Delecti: Performance Art of the Americas. Londres: Routledge.
El Tiempo, Víctor Negrete B. (1995). “Voy a desenterrar mi ombligo”. Nota encontrada en el enlace: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-362844
Fromm, E. (1977). El arte de amar, una investigación sobre la naturaleza del amor (1a. ed.). Buenos Aires: Paidos.
La Rueda Suelta. (2021). “Ana Mendieta: la cubana que murió trágicamente y hoy es ícono del feminismo y del arte, Encontrada en el enlace: https://laruedasuelta.com/ana-mendieta-la-cubana-que-murio-tragicamente-y-hoy-es-icono-del-feminismo-y-del-arte/
Tibón, G. (1905-1999). La tríade prenatal: cordón, placenta, amnios: supervivencia de la magia paleolítica. México: Fondo de Cultura Económica.
Tibón, G. (1981). El ombligo como centro cósmico: Una contribución a la historia de las religiones. México: Fondo de Cultura Económica.
Cómo citar:
Contreras, N. (2023). Sembrando mi centro cósmico. Portal Error 19-13. Revista de arte contemporáneo 4 (6). Disponible en: https://portal-error-1913.com/2024/03/28/sembrando-mi-centro-cosmico/
Fecha de recibido: 7 de diciembre de 2023 | Fecha de publicación: 28 de marzo de 2024
Portal Error 19-13. Revista de arte contemporáneo.
ISSN: 2711-144
